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Kenia y Tanzania

Día 9. Safari por el cráter de Ngorongoro y visita a Mto Wa Mbu

Escrito por noviembre 11, 2019agosto 23rd, 2020Ningún comentario

Sobre las cinco de la mañana los masáis nos despertaron con el que solía ser nuestro nuevo despertador (en todos los campamentos nos habían despertado así), al grito de “Good morning!”, y entraron por la puerta de atrás de la tienda, que daba acceso al baño, para ponernos en una jarrita agua caliente para lavarnos la cara. Un detallazo. Nos costó muchísimo despedirnos del personal de este campamento por la simpatía que habían derrochado, pero debíamos continuar nuestra ruta y para el día de hoy había un plan más que especial: bajar la caldera de Ngorongoro para disfrutar de nuestro último safari en África.

Para llevar a cabo este safari es preciso ir en jeep, por lo que tuvimos que dividirnos en grupos de 5 o 6 personas, aproximadamente. Antes de bajar nuestros conductores nos pararon en la cima para que pudiéramos disfrutar de las vistas del cráter desde una perspectiva diferente y aprovechamos para realizar algunas fotos. Sin perder más tiempo, volvimos a los jeeps y empezamos a bajar las carreteras estrechas y con escasas rectas hasta llegar a la primera parada: el baño público. Era muy importante parar aquí porque no podríamos volver a parar hasta la hora de la comida, en otro baño público que se halla cerca de un lago, dado que está prohibido bajarse del vehículo por seguridad. Quince minutos más tarde retomamos la marcha y, casi sin darnos cuenta, ya empezamos a ver chacales, búfalos, elefantes, gacelas de Thomson…, y prácticamente a todos los animales que ya habíamos visto en los otros parques naturales, menos a las jirafas, porque no hay en el cráter, ni al rinoceronte, porque no quiso que lo viéramos. Ver a todos estos animales en un entorno tan distinto como es el cráter de Ngorongoro fue una auténtica pasada. Aquí os dejamos algunas imágenes de nuestra experiencia.Sobre las 12.30 horas paramos a comer y tomamos arroz con pollo y sandía. Rápidamente volvimos a subirnos a los jeeps por si antes de marcharnos teníamos la suerte de ver al rinoceronte, el único animal que nos faltaba por ver para completar nuestra lista de haber visto a los cinco grandes, pero nada. Se nos resistió, por lo que deberemos volver a África en un futuro no muy lejano para encontrarlo.

Los jeeps nos llevaron hacia Karatu, donde nos estaba esperando nuestro camión, que nos trasladó hacia Mto Wa Mbu, un pequeño poblado en el que pudimos ver de cerca cómo es el día a día de su gente. Aquí, donde el cultivo estrella es el plátano, conocimos a algunos artistas locales: por un lado, a jóvenes pintores que nos enseñaron su colección y a quienes compramos algún cuadro para traerlo de recuerdo a España; por otro, a makondos trabajando el ébano de la forma más tradicional: ¡aguantaban las piezas con los pies!, a quienes compramos algunas figuritas y cubiertos.Después del paseo por esta aldea, nos dirigimos a nuestro próximo alojamiento, el Manyara Wildlife Camp, para ducharnos y enseguida volver, ya que esa noche una familia nos iba a invitar a cenar en su casa comida típica africana.

En la cena degustamos unos 12 platos típicos en los que mayoritariamente se encontraban como ingredientes el arroz, las alubias, la carne y, cómo no, el plátano. Hemos de decir que todo estaba delicioso y que nos encantó vivir esta experiencia. No obstante, lo más divertido de la noche fue salir de Mto Wa Mbu, ya que tanto por la tarde como antes de cenar, al ser de día, hicimos el trayecto andando (nuestro camión era tan grande que no podía meterse por sus calles estrechas y pedregosas), pero por la noche nos esperaban unos tuc-tuc que nos llevaron hasta la salida del pueblo a toda velocidad por esas calles sin asfaltar. ¡Una gran aventura!

Entre que cenamos y regresamos a nuestro lodge se hizo un poco tarde, así que no tardamos en irnos a dormir. El día siguiente era el último que tendríamos que madrugar tanto porque ya estaba terminando casi el viaje y se iba acercando el último destino, Zanzíbar, donde podríamos descansar después de tantas aventuras vividas.

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