Skip to main content
España

Soria en dos días

Escrito por mayo 6, 2020julio 10th, 2020Ningún comentario

A pesar de no ser una ciudad muy conocida, Soria cuenta con una riqueza patrimonial y natural que bien merece ser visitada. Bastan dos días para recorrerla sin prisas, para degustar su sorprendente gastronomía y para disfrutar de su arquitectura y sus maravillosos paisajes. Es una ciudad perfecta para hacer una escapada de fin de semana o pasar un puente en nuestro país. ¿Te apetece conocerla con nosotros? ¡Ni te la imaginas!

Día 1

Comenzaríamos el recorrido bien temprano, para aprovechar el día al máximo, y lo primero que haríamos sería, cómo no, hacer una primera parada para desayunar. ¡Por supuesto, esto debe de ser lo primero! ¿O como piensas aguantar la larga caminata que te espera? :p Si te has alojado en pleno centro, como nosotros hicimos (Hostal Centro), tienes a tu disposición varios locales donde poder tomar el desayuno. Nosotros desayunamos en la Mantequería York (situada en la Plaza Mariano Granados, 3) y nos gustó tanto que tuvimos que repetir el segundo día. Allí probamos las tostadas de mantequilla más ricas del mundo. Si no nos crees, pruébalas y, al volver, nos cuentas.

Tras este primer pit stop para coger fuerzas, pondríamos rumbo a la Alameda de Cervantes para empezar a calentar motores. Se trata de un extenso parque que se ubica en el mismo centro de la ciudad castellanoleonesa y que invita desde su creación a encontrar la paz. Este inmenso pulmón verde ofrece íntimos paseos entre los cientos de especies de árboles y arbustos que allí conviven, esconde románticos rincones con fuentes y estatuas dedicadas a los grandes escritores que pasaron un tiempo de sus vidas en esta tierra (Antonio Machado, Gustavo Adolfo Bécquer y Gerardo Diego) y permite también observar el cielo tumbado en la extensa pradera que se encuentra en su zona más alta. En este parque también se puede visitar la Ermita de la Soledad, del siglo XVI, o el Árbol de la Música, llamado así este castaño de indias de flor rosa por tener a su alrededor una plataforma sobre la que tocaban los músicos.

Una vez terminado el paseo por el parque, cruzaríamos la calle Nicolás Rabal y nos adentraríamos en la Avenida Duques de Soria en busca del Rincón de Bécquer. Este rincón se halla a los pies de las ruinas del Convento de San Francisco y, como cabe suponer, está dedicado al escritor sevillano, quien pasó una larga temporada en esta tierra que le sirvió de inspiración para varias de sus composiciones. En él, aparte de encontrarnos con una zona de recreo infantil, podemos contemplar una preciosa fuente en la que está escrita la primera estrofa de la Rima IV del mencionado poeta: “No digáis que, agotado su tesoro, / de asuntos falta, enmudeció la lira; / podrá no haber poetas; pero siempre / habrá poesía”.

Para continuar nuestro recorrido tendríamos ahora que volver sobre nuestros pasos y regresar hasta la Plaza Mariano Granados para adentrarnos en la calle El Collado. Esta calle es la principal arteria de Soria desde la que parten diversas callejuelas en las que se encuentran los edificios más emblemáticos de la ciudad -el Palacio de los Ríos y Salcedo, el Palacio de los Condes de Gómara o la Iglesia de San Juan de Rabanera, entre otros-.

Culmina en la Plaza Mayor, donde está ubicado el Ayuntamiento, y se considera un excelente punto de partida de la ruta machadiana, un recorrido especial por Soria que permite descubrir los espacios relacionados con el poeta y su estancia en la ciudad: el Instituto Antonio Machado, donde impartió clases de francés; la Iglesia de Nuestra Señora de La Mayor, templo en el que celebró su enlace con Leonor Izquierdo y años después su funeral; la Iglesia de Santo Domingo, a donde acudían Machado y su esposa los domingos a escuchar misa; el Paseo del Mirón, lugar por el que el matrimonio paseaba para que Leonor pudiera respirar aire puro; y la Iglesia del Espino, en cuyo cementerio fue enterrada Leonor y frente a la cual se encuentra el “olmo seco” al que Machado dedicó uno de sus más célebres poemas.

Probablemente, a mitad del recorrido, tendríamos que hacer una pequeña parada para el almuerzo ya que, aunque todos los lugares se encuentran bastante cerca, se necesita tiempo para visitarlos y admirar su belleza. Nuestra propuesta sería comer en el Bar Torcuato, ubicado en el pleno corazón de la calle El Collado, para degustar en la misma barra sus deliciosos torreznos y almitas, y rápidamente seguir la marcha.

Al atardecer, una vez terminado todo o buena parte del itinerario anterior (lo más probable es que se haya quedado algo en el tintero y tengamos que verlo al día siguiente), regresaríamos a El Collado, pues a mitad de esta calle, casi oculto en uno de sus soportales, se encuentra el Círculo Amistad Numancia, casino de la ciudad y lugar en el que durante mucho tiempo se llevaron a cabo conocidas tertulias literarias. En la tercera planta se puede visitar la Casa de los Poetas, un espacio expositivo creado para conocer en mayor profundidad a los grandes líricos que dedicaron versos a Soria: Machado, Bécquer y Diego.

A la salida de este edificio la noche ya habría llegado, por lo que tocaría buscar un lugar donde cenar antes de irnos al hotel a descansar. Nosotros proponemos ir al Mesón Castellano, en el que, aparte de diversas tapas, sirven la famosa sopa castellana. No es un sitio económico, pero la relación calidad-precio está muy bien y, además, el salón del restaurante es precioso. Desde luego, merece la pena darse este caprichito si viajas a Soria.

Día 2

Nuestro segundo día por Soria también empezaría con un buen desayuno (si puede ser tomando de nuevo las deliciosas tostadas de mantequilla de Mantequería York, mejor) y muy temprano para hacernos alguna foto de recuerdo con las esculturas de Gerardo Diego, Antonio Machado y Leonor que hay repartidas por el centro aprovechando que a esas horas aún no habría casi gente por las calles. 

A continuación, iríamos a visitar los lugares que no nos hubiera dado tiempo a ver el día anterior y, antes de continuar, haríamos un alto en el camino para comer alguna que otra tapa. En la Plaza Ramón Benito Aceña hay multitud de barecitos con mucho ambiente y tapas muy llamativas. Nosotros entramos en Cazuelas, tapas y olé y la verdad es que tuvimos suerte con todo lo que pedimos. Estaba todo buenísimo.

Sin entretenernos demasiado, volveríamos a la calle para poner rumbo al Castillo de Soria o, mejor dicho, a los pocos restos que de él se conservan. Ubicado en lo alto de un cerro al que se le denominó monte Oria, es hoy día un balcón privilegiado desde el que se puede obtener una maravillosa panorámica de la ciudad. Desde aquí continuaríamos nuestro camino por la bajada del Castillo por donde descenderíamos hasta el río Duero, en cuyos márgenes hay una senda que te transporta, sin que te des apenas cuenta, hasta la preciosa Ermita de San Saturio, patrón de la ciudad.

Esta ermita, construida en el siglo XVIII, se levanta sobre una gruta natural en cuyo interior se pueden ver unas impresionantes pinturas que narran la vida de San Saturio, hijo de una noble familia del siglo V que fue canonizado por entregar todos sus bienes a los más necesitados y retirarse luego a una vida de anacoreta. Sin lugar a dudas, llegar hasta aquí merece muchísimo la pena para poder contemplar en primera persona el espectacular enclave en el que se encuentra esta hermosa ermita escondida bajo las rocas.

Una vez visto el lugar sagrado, retomaríamos la marcha por el sendero que se dirige al norte hasta llegar al Monasterio de San Juan de Duero, en el que se asentó la Orden de los Hospitalarios de San Juan. Lo más llamativo del lugar es su espectacular claustro en el que se combinan arquerías de diferentes estilos (románicas, mudéjares y árabes). Es bien sabido que este lugar, a los pies del monte de las Ánimas, inspiró a Gustavo Adolfo Bécquer para crear su famosa leyenda.

Soria-Claustro

Terminaríamos nuestro paseo por Soria cruzando el puente medieval de piedra, el que da la bienvenida a la ciudad, y de camino a nuestro hotel para recoger el equipaje, nos encontraríamos con el último lugar que visitar: la Concatedral de San Pedro, una joya arquitectónica en la que conviven el románico y el gótico.

Sin duda, Soria nos sorprendió muchísimo por lo que, si tienes un par de días de vacaciones ya sea en verano o en invierno, te animamos a descubrirla. ¡Soria mola!

EscribiendoViajes

Deja un comentario