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Estados Unidos

Día 10. Excursión a Washington

Escrito por diciembre 8, 2018agosto 23rd, 2020Ningún comentario

Dos de la mañana y suena el despertador. Pese a estar agotados, pues ya llevábamos 10 días de viaje y el cansancio empezaba a apoderarse de nosotros, nos levantamos de un brinco. Ese día nos esperaba un destino muy especial: ¡Washington!

A las 3.30 horas salía nuestro autobús y no había tiempo que perder. Nos vestimos rápido y enseguida salimos del hotel dirección a la undécima avenida con la 34th Street, donde para el bus que parte hacia Washington. Los billetes los compramos online a través de la web de la compañía Megabus y fue todo un acierto. Precios asequibles y asientos cómodos, aunque queremos avisar de que casi llegamos a Washington muertos de frío tras cuatro horas de trayecto soportando la baja temperatura a la que la conductora puso el aire acondicionado. No obstante, de los errores se aprende, y nada más llegar a Union Station entramos en H&M para comprarnos unas sudaderas que nos vinieron muy bien no solo para la vuelta, sino también para la excursión a Filadelfia que hicimos días después también con Megabus.Llegamos a Washington casi a las 8 y, después de comprarnos las sudaderas, nos fuimos a desayunar a un Pret a Manger. A las 9.20 habíamos reservado plaza para un tour guiado por el Capitolio, totalmente gratuito reservándolo directamente desde su web, por lo que no nos entretuvimos demasiado y pronto nos pusimos en camino hacia nuestro primer destino.

El Capitolio se encuentra a unos 10 minutos andando desde Union Station y no tiene pérdida porque nada más salir de la estación debes seguir la avenida que encuentras justo enfrente. Además, la cúpula del Capitolio es bastante alta, se ve desde lejos, por lo que simplemente debes dirigirte hacia ella.Llegamos sobre las 9.00 al lugar y, tras pasar un control de seguridad, accedimos al Capitolio. Éramos muchos los que habíamos reservado para la misma hora, así que nos dividieron en 4 grupos y cada uno lo capitaneó un guía. Muy puntuales comenzamos el tour y nuestra guía nos fue enseñando diversas salas que a todos nos sonaban por la cantidad de películas en las que salen. Tan solo duró 40 minutos el recorrido, pero suficiente para disfrutar de la grandeza de este emblemático edificio.A las 10.00 los guías nos llevaron de nuevo a la entrada, pero nos dijeron que podíamos seguir paseando por la planta baja e, incluso, acceder a la Biblioteca del Congreso a través de un pasillo abierto al público que se encuentra en el propio Capitolio. Todavía no nos creemos que fue real y que de verdad estuvimos allí. Es una experiencia que jamás olvidaremos.Sobre las 11.00 salimos de la Biblioteca para dirigirnos al próximo destino: el National Mall. Tardamos aproximadamente dos horas en recorrerlo, porque, aunque a simple vista parece corto, este paseo mide más kilómetros de los que nos imaginábamos, y entre lo cansadas que teníamos las piernas y los parones que íbamos haciendo para inmortalizar los monumentos, se nos hizo interminable. El colofón a la caminata lo puso la majestuosa Casa Blanca, la cual pudimos ver detrás de tres vallas de seguridad.Teníamos que reponer fuerzas y, buscando restaurantes por TripAdvisor, nos salió en muy buena posición Old Ebbitt Grill, que además estaba cerca de donde nos encontrábamos. Fuimos para allá sin pensar y… ¡qué descubrimiento! La comida estuvo excelente.Comiendo se nos hicieron las tres y media y a las 17.00 salía nuestro bus de regreso a Nueva York. Volvimos a Union Station paseando para recorrer el casco urbano de Washington y nos encantó. Washington, en general, ha sido todo un hallazgo y, sin ninguna duda, recomendaríamos hacer esta excursión si viajáis varios días a la Gran Manzana. ¡No os decepcionará!Como cabe imaginar, la vuelta a Manhattan la pasamos durmiendo y más calentitos que a la ida gracias a nuestras sudaderas nuevas. Llegamos sobre las 21.15 y no perdimos ni un segundo en regresar al hotel para ducharnos y tumbarnos. Nuestro cuerpo necesitaba descansar después del madrugón y la paliza en bus que nos habíamos metido ese día. Sin embargo, había merecido la pena. ¡Dulces sueños!

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