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Estados Unidos

Día 12. Central Park – High Line – Biblioteca Pública – Isla de Roosevelt

Escrito por diciembre 22, 2018agosto 23rd, 2020Ningún comentario

Como en nuestra primera visita a Central Park no nos dio tiempo a recorrerlo entero, decidimos volver antes de marcharnos de Nueva York para darnos otro paseo por el parque. Este día volvimos a madrugar para estar a las 9.00 allí. En esta ocasión visitamos la Bethesda Fountain, el Bow Bridge y la Wagner Cove, a la cual accedimos por un sendero casi oculto a las orillas del lago de Central Park. ¡Una pasada!

A media mañana nos tomamos un pretzel en uno de los puestos que hay instalados por el parque (de los peores que probamos, por cierto) y seguimos la ruta hasta el Castillo de Belvedere, que, por desgracia, no pudimos ni ver porque estaba en obras. Tres horas después dimos por finalizada nuestra ruta por el parque, aunque lamentablemente nos siguieron quedando sitios por visitar. ¡Seguro que volveremos muy pronto!

El siguiente destino fue el High Line, un parque urbano construido sobre una antigua línea elevada de ferrocarril. Desde que buscamos cosas curiosas que ver en Nueva York, teníamos muchas ganas de visitarlo por la originalidad de este parque que tiene más de 2 kilómetros de longitud (va desde Gansevoort Street hasta la calle 34 de la parte oeste de Nueva York) y está lleno de bancos para sentarse y tumbarse. Realmente, es muy agradable darte un paseo por él o tomar el sol si hace un buen día. Además, si vas en verano, no sufras porque podrás refrescarte con las fuentes ocultas en el suelo que te permiten poner a remojo los pies.

Se nos hicieron las dos de la tarde, por lo que decidimos hacer un alto en el camino e ir a comer a Corner Bistro, una hamburguesería muy famosa de Nueva York que estaba por la zona. No podemos decir que las hamburguesas estuvieran malas, pero las encontramos demasiado normales, y las patatas estaban excesivamente crujientes, por no decir duras. Por todos estos motivos, este restaurante no ha conseguido entrar en nuestra lista de mejores hamburguesas de Nueva York.

Salimos del local y pusimos rumbo hacia la Biblioteca Pública de Nueva York, que seguro que habréis visto en numerosas películas americanas. Este edificio emblemático se encuentra justo detrás de Bryant Park y a los pies de la Quinta Avenida y puede visitarse de forma gratuita. Estuvimos tan solo unos 45 minutos, pero suficiente para disfrutar de sus salas majestuosas, llenas de veroces lectores y estudiantes que intentaban concentrarse ante la multitud de turistas que las cruzaba.

Cuando salimos de la biblioteca, nos vimos obligados a ir al hotel a descansar un poco, pues nuestros pies no podían dar más de sí. Pero a las seis de la tarde volvimos a pisar la calle porque queríamos hacer algo especial que aún nos quedaba pendiente: visitar las Naciones Unidas y subirnos en el teleférico que lleva a la isla de Roosevelt para ver el atardecer desde allí.

Cuando llegamos al edificio de las Naciones Unidas nos cambió la cara porque nos lo encontramos sin sus famosas banderas. De todos modos, nos hizo ilusión verlo y echamos algunas fotos para el recuerdo.

Minutos después nos acercamos a la parada del teleférico y tenemos que confesar que nos encantó hacer este paseo porque no encontramos demasiadas referencias al respecto, pero las vistas que tienes desde arriba son alucinantes y lo que te espera en la isla es aún mejor. Cuando bajamos del teleférico no sabíamos a dónde ir porque no habíamos buscado información de la isla, pero tampoco quisimos meternos en internet. Simplemente decidimos andar y probar suerte con lo que fuéramos encontrándonos.

El barrio residencial que se ha construido allí nos dio la bienvenida, y después lo hicieron sus parques y sus campos de béisbol. Pero lo maravilloso vino después. De repente vimos una especie de mirador con una zona habilitada, con forma de escalera, para sentarse. Eso hicimos y enseguida llegó el atardecer, con su hora azul, que nos hizo disfrutar aún más de las hermosas vistas de Nueva York fuera de Manhattan. No podíamos articular ni una palabra. Lo que estábamos viendo era demasiado hermoso para poder describirlo. No nos queríamos mover de ahí, pero empezó a chispear y pronto la magia se rompió, y tuvimos que correr rápido hacia el teleférico para que la tormenta que acababa de empezar no nos pillase a descubierto. Estuvimos solamente una hora, pero para nosotros la isla de Roosevelt ha sido una de las mejores cosas que hemos visitado en nuestro viaje a Nueva York.

A las nueve estábamos de vuelta en Manhattan y, como muy cerca de la estación del teleférico se encontraba la hamburguesería Jackson Hole, fuimos a cenar allí. Pedimos nuestras hamburguesas y la verdad es que nos sirvieron bastante rápido y con mucha simpatía. Cenamos de diez y el precio tampoco fue excesivamente elevado, así que recomendaríamos este lugar sin ninguna duda.

Con el estómago ya lleno nos recogimos y nos acostamos pronto porque al día siguiente nos esperaba una nueva excursión: ¡Filadelfia!

EscribiendoViajes

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