Cuando se planea viajar a Nueva York, normalmente suele intentarse que uno de los días de estancia en la ciudad sea domingo para poder asistir a una misa gospel. Eso hicimos nosotros y ese día nos levantamos bien temprano para coger el bus que lleva a Harlem y disfrutar de este imprescindible neoyorkino. Primero visitamos la Catedral San Juan el Divino y la Universidad de Columbia y a las 10.15 estábamos sentados dentro de Bethel Gospel Assembly para ver por primera vez en nuestras vidas una misa gospel. ¡Vaya espectáculo! Realmente nos gustó mucho la experiencia, aunque debemos reconocer que está preparada para los turistas y no tanto para los locales. De todas formas, los feligreses de siempre se iban mezclando entre nosotros para que sintiéramos, como ellos, el ritmo y la letra de cada canción y… ¡de veras que lo consiguieron! No paramos de palmear y cantar sus canciones, las cuales podíamos leer en pantallas instaladas en la capilla. Una experiencia que debes vivir obligatoriamente en tu primer viaje a Nueva York.
Una hora después salimos de la iglesia porque, aunque las misas suelen durar unas dos horas, la primera mitad está enfocada a los turistas (se presenta a la congregación y se cantan canciones de agradecimiento a Dios), mientras que la segunda se centra en captar más adeptos. Si no hubiéramos tenido ningún plan, nos habríamos quedado hasta el final, pero ese día ya teníamos programado realizar otro imprescindible: ¡asistir a un partido de béisbol!
Tuvimos la suerte de ver a los Yankees en acción en su espectacular Yankee Stadium y… ¡vivimos hasta un ‘home run’! Desde luego, es alucinante lo mucho que les gusta a los estadounidenses este deporte porque no paraban de animar a sus equipos, de festejar cada uno de los puntos, y eso hizo que nosotros también vibráramos de emoción.
De todos modos, lo mejor de haber asistido a un partido de béisbol no fue el partido en sí, sino el ambiente que se crea en los pasillos que rodean al estadio y en los que puedes encontrar todo tipo de puestos de comida rápida y de bebidas para soportar mejor la larga duración de estos encuentros deportivos (una media de 4 horas).
Salimos de allí sobre las 15.00 horas y pusimos rumbo a la Quinta Avenida porque en esta zona se encuentran los grandes almacenes de Macy’s y famosas tiendas de ropa y queríamos dedicar la tarde a hacer algunas compras. El resto de la tarde la pasamos paseando tranquilamente por la ciudad, fotografiando a más edificios emblemáticos como el Flatiron, y a las diez nos recogimos, después de haber cenado en la Pizzería Capizzi, pues al día siguiente madrugaríamos muchísimo para pasar el día en… ¡Washington!
